CAPITULO
4 LAS LEYES DE LA QUINTA DISCIPLINA
Los problemas de hoy derivan de las
“soluciones” de ayer
A
menudo nos desconcierta la causa de nuestros problemas, cuando sólo necesitamos
examinar nuestras propias soluciones a otros problemas en el pasado.
Las
soluciones que simplemente desplazan los problemas a otra parte de un sistema a
menudo pasan inadvertidas porque, al contrario del mercader de alfombras,
quienes “resolvieron” el primer problema no son los mismos que quienes heredan
el nuevo.
2.
Cuanto más se presiona, más presiona el sistema
Hay
realimentación compensadora cuando las intervenciones bien intencionadas
provocan respuestas del sistema que compensan los frutos de la intervención.
Todos conocemos la sensación de enfrentar la realimentación compensadora:
cuando más presionamos, más presiona el sistema; cuando más esfuerzo realizamos
para mejorar las cosas, más esfuerzo se requiere.
3.
La conducta mejora antes de empeorar Las intervenciones de “bajo
apalancamiento” serían mucho menos seductoras si muchas de ellas no dieran
resultado en el corto plazo.
La
respuesta donde las cosas mejoran antes de empeorar es lo que vuelve tan
contraproducente las decisiones políticas, Por “decisiones políticas” me
refiero a las que se toman en virtud de factores que no obedecen a los méritos
intrínsecos de diversos cursos de acción: factores como la extensión de nuestra
base de poder, la “buena imagen” o “contentar al jefe”. En los sistemas humanos
complejos siempre hay maneras de lograr que las cosas luzcan bien a corto
plazo. Los efectos de la realimentación compensadora llegan inevitablemente,
pero más tarde.
4.
El camino fácil lleva al mismo lugar
Todos
nos sentimos cómodos aplicando soluciones típicas a los problemas, ateniéndonos
a lo conocido. A veces las llaves están bajo el farol, pero a menudo están en
la oscuridad. Si la solución fuera visible u obvia para todos, tal vez ya la
hubieran encontrado. La insistencia en soluciones conocidas mientras los
problemas fundamentales persisten o se empeoran es un buen indicador de
pensamiento asistémico, lo que a menudo llamamos el síndrome de “aquí se
necesita un martillo más grande”.
5.
La cura puede ser peor que la enfermedad
A
veces la solución fácil o familiar no sólo es ineficaz, sino adictiva y
peligrosa.
La
consecuencia más insidiosa de la aplicación de soluciones asistémicas es que
esas soluciones se necesitan cada vez más.
El
fenómeno de las mejoras de corto plazo que conducen a una dependencia de largo
plazo es tan común que los pensadores sistémicos le han dado un nombre:
“Desplazamiento de la carga”
Hallar
ejemplos de esta estructura es -como dice la experta en recursos naturales
Donella Meadows- “fácil, divertido y a veces aterrador”
Las
estructuras donde se desplaza la carga muestran que toda solución de largo
plazo debe, como dice Meadows, “fortalecer la aptitud del sistema para
sobrellevar sus propias cargas”
6.
Lo más rápido es lo más lento
Cuando
los directivos comprenden que estos principios sistémicos han contribuido a
frustrar muchas de sus intervenciones, pueden sentir decepción y desaliento.
Los principios sistémicos se pueden transformar en excusas para la inacción,
para no hacer nada en vez de tomar decisiones contraproducentes, o decisiones
que empeoren las cosas. Esto es un ejemplo clásico de que “es peligroso saber
poco”. Pues las implicaciones de la perspectiva sistémica no llevan a la
inacción sino a un nuevo tipo de acción arraigada en un nuevo modo de pensar.
El pensamiento sistémico es más desafiante y más auspicioso que nuestra manera
habitual de abordar los problemas.
7.
La causa y el efecto no están próximos en el tiempo y el espacio
La mayoría suponemos, la mayor parte del
tiempo, que causa y efecto están próximos en el tiempo y el espacio. Cuando
jugamos en la infancia, los problemas nunca están lejos de las soluciones, por
lo menos mientras nos limitamos a un grupo de juguetes. Años después, como
directivos solemos creer que el mundo funciona de la misma manera. Si hay un
problema en la línea de producción, buscamos la causa en producción. Si los
vendedores no logran sus objetivos, creemos necesitar nuevos incentivos de
venta o promociones. Si las viviendas son inadecuadas, construimos más casas.
Si la alimentación es insuficiente, entregamos más comida. Como finalmente
descubren los participantes del juego de la cerveza (Capítulo 3), la raíz de
nuestras dificultades no se encuentra en problemas recalcitrantes ni en
adversarios malignos, sino en nosotros mismos.
8.
Los cambios pequeños pueden producir resultados grandes pero las zonas de mayor
apalancamiento a menudo son las menos obvias
Algunos
denominan el pensamiento sistémico la “nueva ciencia del desconsuelo”, pues
enseña que las soluciones más obvias no funcionan. En el mejor de los casos,
introducen mejoras de corto plazo que luego empeoran la situación. Pero esta
moneda tiene otra cara. El pensamiento sistémico también enseña que los actos
pequeños y bien focalizados a veces producen mejoras significativas y
duraderas, si se realizan en el sitio apropiado. Los pensadores sistémicos lo
denominan “principio de la palanca”. Afrontar un problema dificultoso a menudo
requiere ver dónde se encuentra el punto de apalancamiento, un cambio que con
mínimo esfuerzo llevaría a una mejora significativa y duradera.
El único
problema es que las zonas de alto apalancamiento no son evidentes para la
mayoría de los integrantes del sistema. No están “próximas en el tiempo y el
espacio” respecto de los síntomas. Esto es lo que vuelve la vida interesant Todo
el sistema -nave, timón, apéndice de orientación- está maravillosamente
diseñado mediante el principio de la palanca. Sin embargo, su funcionamiento no
resulta obvio para quien no comprende la fuerza de la hidrodinámica. De la
misma manera, los cambios de alto apalancamiento en los sistemas humanos no
resultan obvios para quien no comprende las fuerzas que actúan en esos
sistemas. No hay reglas sencillas para efectuar cambios de alto apalancamiento,
pero hay modos de pensar que los facilitan. Un punto de partida consiste en
aprender a ver “estructuras” subyacentes en vez de “hechos”; cada uno de los
“arquetipos sistémicos” expuestos más adelante sugiere zonas de alto y bajo
apalancamiento. Otro punto de partida consiste en pensar en procesos de cambio
y no en “instantáneas”.
9. Se pueden alcanzar dos metas aparentemente
contradictorias
A veces, los dilemas más enredados dejan de ser dilemas cuando
se ven desde la perspectiva sistémica. Son producto de un pensamiento por
“instantáneas” y no por proceso, y aparecen bajo una nueva luz cuando se piensa
conscientemente en el cambio a través del tiempo.
10.
Dividir un elefante por la mitad no genera dos elefantes pequeños Los sistemas
vivientes poseen integridad. Su carácter depende de la totalidad.
Lo mismo vale
para las organizaciones; la comprensión de la mayoría de los problemas
administrativos requiere ver la totalidad del sistema que genera dichos
problemas.
A
veces la gente decide dividir un elefante en dos.
En tal caso no obtiene dos
elefantes pequeños, sino un desquicio, es decir, un problema arrevesado donde
no hay apalancamiento posible, porque el punto de apalancamiento se halla en
interacciones que no se pueden ver examinando sólo un fragmento.
11.
No hay culpa Solemos culpar a las circunstancias externas por nuestros
problemas.
“Alguien” - los competidores, la prensa, el
ánimo inconstante del mercado, el gobierno- nos perjudicó. El pensamiento
sistémico muestra que no hay nada externo; nosotros y la causa de nuestros
problemas formamos parte de un solo sistema. La cura radica en la relación con
nuestro “enemigo”.
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